7 jul 2007

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El trauma de ser vicio de otro, de ser espejo de la ilusion, doble engaño del cuerpo y de la mente, el caudaloso cruze entre lo ideal y lo real, entre realidad e imginación. Es impensable una embarcación mediadora, resolucion en acto de la distancia con el poco o mucho dolor que el andar hacia eso amorfo y viscoso que es lo real y el rechazo a mirarlo de frente.

En cuanto al resto,
aquello de lo que no podemos deshacernos, que disloca y contorsiona el espacio que rodea eso que llamamos acción. El resto que no tiene modo de nombrarse porque no hay modo de llamar a aquello que no termina de amoldarse y que sólo como residuo podemos que llamar "la inacción".
Y sin embargo,
sin alguna obseción por descubrirlo estoy mal capacitado para decir algo acerca de mi.
Una colecion de inacciones, de fines ilusorios, un amontonamiento de aquellos sentidos que el escosés consideraba débiles: meras representaciones mentales de los sentidos en el mundo real.
Ese mundo se abstiene de mi. Y aunque piense en eso que no siempre es ahora pero que siempre y sin pausa pesa como todo lo que puedas contar. En un mundo de accion, mi habilidad me destruye.

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Trato de creer que todo lo que aquí no escribo de algún
modo cambia de forma y aún puede hacer rabiar a mis neuronas